José María Galán

Una de las fantasías más extendidas -y equivocadas- en las campañas electorales- es que las encuestas pueden usarse para alterar la opinión de los votantes. Si bien en los electores opera un efecto psicológico conocido en los estudios de opinión pública como “subirse al carro del ganador”, no hay evidencia de que este opere de manera decisiva, ni mucho menos que sea causado solamente por las encuestas.

Sin embargo, campaña tras campaña, vemos esfuerzos por parte de  grupos de poder por instalar la idea triunfo de candidatos que les sean afines y útiles a sus intereses.

El caso más reciente es el de la proliferación de encuestas que dan como ganadora a la senadora Susana Harp en la contienda por la gubernatura de Oaxaca, absolutamente ajenas al clima político y al palpitar de la calle y de los diferentes medios de comunicación, que muestran a Salomón Jara mucho mejor posicionado en esa competencia, variedad de encuestas en diferentes plataformas insisten en que quien encabeza las preferencias de los electores es la cantante oaxaqueña.

Y para muestra bastan varios botones. A la cantidad de “encuestas” realizadas en páginas de Facebook que claramente operan de plataforma para la candidatura de Susana Harp, se suman otras encuestas realizadas por empresas de opinión pública de reputación dudosa.

Las primeras de las mencionadas son el claro ejemplo de lo que se conoce como “encuesta patito”. Aquí, un conjunto de operadores políticos crean una página web o un perfil en redes sociales, y desde allí difunden información sobre supuestas encuestas que nunca se hicieron. En ellas, los conspiradores eligen los resultados que más les convienen, con la idea de modificar así las preferencias de los votantes, mayoritariamente los indecisos.

Los incautos que creen en esta información, que generalmente carece de toda validez estadística y representativa, pues no es más que un dibujo de cifras en el aire, al antojo de quienes las impulsan, aceptan esos resultados como buenos, sin que siquiera haya habido una encuesta en sí, o lo mínimo que haya habido es un sondeo en una página de Facebook con resultados manipulados.

La otra alternativa a las “encuestas patito” son las encuestas operadas. ¿Cuál es la principal diferencia entre ambas? Que las operadas al menos se realizan. Esto quiere decir que al finalizar el trabajo de recolección de datos, existe un conjunto de ciudadanos que fueron contactados telefónica o personalmente, lo que da a esas encuestas una mayor verosimilitud.

En las encuestas operadas, el principal valor es el “respaldo” de una empresa dedicada a la realización de este tipo de estudios. Así, en este tipo de estudios se manipulan desde las preguntas – para condicionar las respuestas de los participantes- hasta las cifras finales con tal de favorecer al candidato que es apoyado por quienes financian este tipo de encuestas.

Uno de los principales usuarios de este tipo de encuestas es el empresario Claudio X. González, distinguido por ser uno de los más notables opositores a la permanencia del presidente, Andrés Manuel López Obrador, en el poder, hasta el final del mandato. El empresario, creador de la Alianza Va Por México, no disimula su rechazo a todo lo que tenga que ver con MORENA y la Cuarta Transformación, al punto que es un gran financiador de encuestas patito y encuestas operadas que favorezcan a candidatos que le permitan mantener su status.

La más reciente es la candidata Susana Harp, que figura encabezando encuestas de empresas absolutamente vinculadas al PAN y al PRI, como Massive Caller y XXXX. El millonario, cercano a la familia Harp por intereses empresariales y sociales, está encabezando una ofensiva que pretende modificar las percepciones en la campaña electoral, de cara a la realización de la encuesta de MORENA que definirá el candidato a la gubernatura de Oaxaca en 2022.

Como dice un viejo dicho: “Hay que tener cuidado, porque los números no mienten; mienten quienes hacen los números”.

Por Editor

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